Llegar a Lladó es un auténtico paseo entre campos de cultivo y pequeños bosques.
La carretera es para hacerla despacio e impregnarse del dulce paisaje, que en esta zona del Alt Empordà, va perdiendo su insistente planicie apareciendo pequeñas ondulaciones que le dan un ritmo visual más alegre.
La mole del campanario de la iglesia domina como un maestro sobre una clase de tejados de teja, azoteas, callejuelas y casas apretujadas, todo construido en leves laderas que bajan sinuosas hasta la plaza mayor.
Es aquí el lugar del encuentro, de las tertulias, de las fiestas y del bar que tanto nos une.
Hubo en el pueblo un monasterio de la orden de los Agustinos y aún se pueden ver sus restos entre pequeñas callejuelas y techos abovedados, que, con el tiempo, han quedado absorbidos por casas particulares e incluso el mismo ayuntamiento, pero es una zona con mucho encanto.
Y no dejes de subir a la parte más alta del pueblo para ver la gran iglesia de Sant Feliu, una imponente iglesia cuyo campanario se ve desde muy lejos entre los campos que rodean al pueblo.
Llama la atención la entrada de la iglesia sin escalera ni ornamento alguno, simplemente una rampa de hierba para una puerta que ya no se abre.
Otros pueblos de interior a menos de 10 minutos son Ordis y Navata.
Albert, natural de Cap de Begur y nuestro experto local en la Costa Brava
Mejor época del año para ir…
La fiesta más popular y ampliamente reconocida de Lladó es la del queso artesano que se celebra en la segunda quincena de septiembre.
Dónde dejar el coche
Hay un aparcamiento gratuito.
Dirección 17745 Llado, Girona, España
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